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Wednesday, November 2, 2011

Huelgas en el Uruguay

Huelgas en Uruguay
Por Wikipedia

La historia de las Huelgas en Uruguay está estrechamente vinculada a la formación y el desarrollo del movimiento sindical uruguayo, y su relacionamiento con las patronales.

Comienzos y fortalecimiento

El primer sindicato, la Liga de Tipógrafos de Montevideo, se constituyó en 1865,
y tuvo características de modernidad que lo diferenciaron claramente de los gremios de tradición mercantilista que actuaron en la época colonial y en los primeros años de la independencia. No hay constancia de huelgas importantes hasta muchos años después; los sindicatos eran débiles y escasos y el derecho de huelga no estaba reconocido. La primera parece haber sido la de los mineros en la zona del arroyo Cuñapirú, en el departamento de Rivera, en 1880. Dos años más tarde hubo conflictos con detención del trabajo en Paysandú (obreros portuarios) y en Montevideo (empleados de los hospitales).
En 1884 se produjo la huelga de las fideerías, primera que no afectó a una empresa en particular, sino a todo el gremio. En 1888 hubo una importante huelga del sector gráfico, primera que –dadas las características de la actividad– impactó en las clases media y alta de la población. En 1895 el movimiento sindical ya se mostraba muy activo, y hubo huelgas en la industria del calzado, en la construcción y en el transporte, gremio éste que se mantuvo en conflicto durante todo el año siguiente. En 1901 se suscitaron en Montevideo tres huelgas de considerable extensión: la del gremio del transporte, la de los empleados de molinos y fideerías y la de los obreros que trabajaban en la ampliación del Puerto de Montevideo. Estos conflictos estaban fundamentados por la falta de protección legal a los trabajadores, por las jornadas de hasta 16 horas y los magros salarios, que obligaban a trabajar a toda la familia, incluidos los niños. Los empleados de los tranvías que se levantaron en huelga en 1901 reivindicaban una jornada de 12 horas, todo un síntoma de la situación. En ese tiempo, además, y por muchos años, el huelguista se jugaba mucho, pues la represión era fuerte y el despido seguro.
El Batllismo y las huelgas

El comisario Jorge West, jefe de policía de Montevideo en tiempos de la presidencia de Claudio Williman (1907 – 1911), ganó celebridad por su violenta represión de las huelgas; en 1908 disolvió –como simple medida policial– el sindicato de los ferroviarios y envió rompehuelgas a varios conflictos. El Batllismo cambió esencialmente aquellas reglas del juego; se creó una legislación social avanzada, que garantizó el derecho de huelga (incluso antes de que esa garantía alcanzase rango constitucional) y las crónicas de la época hablan de José Batlle y Ordóñez asomado al balcón de la casa presidencial saludando a obreros en huelga y animándolos a continuar con su reivindicación. La realidad no siempre fue halagüeña, desde luego; en 1912 pararon los enfermeros de los hospitales públicos, y el Batllismo se puso en contra y objetó el derecho de los funcionarios públicos a la huelga; en 1914 la paralización del trabajo de los picapedreros de las canteras de Conchillas, departamento de Colonia, fue violentamente reprimida por la policía, con el saldo de un muerto, bajo el gobierno del propio Batlle y Ordóñez, y en marzo de 1920, gobierno de Baltasar Brum, se produjo la huelga de los repartidores de diarios (los canillitas), que reclamaban un día de descanso por semana. Este conflicto afectó a todas las publicaciones, pero fue El Día, el diario batllista por excelencia, el más duro en la condena; como consecuencia de ello los canillitas decretaron un boicot contra El Día y fueron drásticamente reprimidos, pese a que en su mayoría eran menores de edad. El enfrentamiento se extendió y algunos gremialistas se solidarizaron con los vendedores de periódicos, protestando por la intervención de rompehuelgas (en general policías, según denunció la oposición). La represión fue muy violenta y murió un conductor de tranvías de 18 años; el conflicto finalizó con una derrota de los canillitas.


Década de 1970 hasta el presente
Los enfrentamientos no amainaron con las elecciones nacionales de 1971 y la asunción como presidente de Juan María Bordaberry en 1972. Con el Golpe de Estado del 27 de junio de 1973 los sindicatos iniciaron una huelga general con ocupación de los lugares de trabajo. La medida estaba prevista para el caso de una ruptura institucional y se aplicó con amplio respaldo de la población trabajadora. Tuvo, desde luego, un carácter definidamente político; duró 15 tensos días, en medio de los cuales hubo una manifestación anti golpista el 9 de julio (que fue reprimida con violencia) y se mantuvieron estériles diálogos con los jerarcas del nuevo gobierno. La huelga fue perdiendo fuerza a medida que avanzaban los días sin vislumbrarse una salida y por fin, ante el hecho consumado de que ya no era respetada, la CNT, ilegalizada, decretó su levantamiento. Durante el largo período autoritario la actividad sindical fue muy restringida; recién en 1983 volvió a celebrarse el 1° de mayo, en un acto multitudinario organizado por una central llamada PIT (Plenario Intersindical de Trabajadores), que tras la restauración democrática pasó a llamarse PIT-CNT. El movimiento sindical fue actor importante durante el proceso de Apertura Democrática. Las tensiones acumuladas durante 12 años de dictadura dieron lugar a una oleada de reivindicaciones y conflictos laborales en 1985 – 1986, que luego amainó considerablemente, aunque la central obrera jamás perdió su identidad y su fuerza habituales en sus reivindicaciones.
 

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